Sentencia de un Juzgado que condena al Sergas, a su hospital concertado y a la aseguradora de este a indemnizar con 38.000 euros a nuestro cliente por una infección contraída en una artroscopia del rodilla.
Una infección nosocomial es aquella contraída durante la estancia en un hospital, siendo lo habitual que suceda tras una intervención quirúrgica.
El riesgo de este tipo de infecciones no es 0, incluso con las mejores medidas de asepsia y limpieza.
Sucede que a veces no se toman esas medidas adecuadamente, y se relajan los controles porque lógicamente suponen un gasto y esfuerzo añadidos.
Es lo que pasó en un hospital privado concertado del Sergas adonde fue derivado un paciente del Sergas para realizar una sencilla artroscopia de rodilla por un menisco dañado.
A los pocos días el paciente empezó a desarrollar dolor, calor e inflamación en la rodilla, diagnosticando una infección articular.
Tras presentar la reclamación y solicitar determinada documentación se constató que los niveles de colonización de bacterias en el bloque quirúrgico eran “inaceptables”.
Los servicios de inspección de la Consellería de Sanidade, sin embargo, consideraron que no había motivo para estimar la reclamación ni para sancionar a ese hospital afín.
Pero celebrado el juicio la sentencia estima la demanda y desacredita los argumentos defensivos de la Administración sanitaria y sus colaboradores.
Dice así entre otras consideraciones de interés:
Por tanto, consideramos que, pese a que la infección es un riesgo que se encuentra recogido en el consentimiento informado y así se explicó al demandante, lo cierto es que el Hospital no cumple únicamente con advertir y explicar el riesgo, sino con adoptar todas las medidas técnicas necesarias para evitarlo.
… la deficiente limpieza del quirófano es la causa principal y probable de la infección contraída por el actor, siendo responsables las demandadas de la falta de diligencia en la observación de los protocolos de limpieza del quirófano y sus salas anexas.
Seis años después de la infección el paciente, al fin, ha obtenido no solo un resarcimiento económico, sino sobre todo moral por esa falta de empatía administrativa.
Para ello tuvo que chocar primero contra el muro de unos servicios de inspección insensibles a estos errores que asumen como normales, y luego enfrentarse a la oposición de cuatro defensas distintas, con sus peritos, aleccionados para justificar cualquier iatrogenia.
Cuento una anécdota: los dos peritos contrarios, a pesar de no conocerse, presentaron sendos informes con páginas enteras copiadas, hasta las comas. Los dos pertenecen al mismo gabinete pericial que elabora a conveniencia de las aseguradoras de las que dependen económicamente informes a medida de sus intereses. Sin pudor.