Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia que condena al SERGAS a indemnizar al esposo de una paciente fallecida por un retraso diagnóstico de más de 24 horas de una hemorragia postquirúrgica.
El tiempo es oro, pero en medicina incluso es más valioso. Un día de retraso diagnóstico de una complicación tras una intervención puede ser la diferencia entre sobrevivir o morir, y esto último por desgracia en lo que le sucedió a la esposa de nuestro cliente.
Tras una cirugía renal, complicada además por los antecedentes quirúrgicos, la paciente a los dos días empieza con signos de trombosis en una pierna y datos de hipotensión. En lugar de hacer un eco-doppler ese día se deja para el siguiente.
Su resultado obliga a realizar un TAC, que aun se demora unas horas, el cual evidencia una hemorragia peritoneal que obliga a intervenir de urgencia un viernes por la noche, hallando en su interior un hematoma de 300 ml de contenido venoso.
Aunque se consigue evacuar el hematoma y cohibir la hemorragia el estado de la paciente queda muy comprometido por sus problemas renales y alteraciones de la coagulación, falleciendo al día siguiente.
En el juicio se confrontaron dos criterios, no sólo jurídicos, sino también médicos, de dos peritos que discreparon en qué medida se actuó con la diligencia debida. El de la aseguradora, como siempre, dijo que todavía se hizo correctamente, y el judicial, en este caso no.
El Tribunal da más crédito al perito judicial, porque más allá de interpretaciones de la literatura médica, este se atuvo a la historia clínica, y el otro, acomodando su dictamen a los intereses de su cliente, llegó incluso a contradecir los resultados de la anatomía patológica.
Finalmente se indemniza en 50.000 euros por la pérdida de oportunidad, que es un terreno siempre resbaladizo, porque supone hacer cábalas sobre lo que hubiera pasado de haberse actuado con mayor rapidez.
Pero más allá de la cuantía económica el reconocimiento del error ya repara una parte del daño moral causado por un sistema sanitario que no es transparente y no admite con mayor humildad y autocrítica que las cosas se pudieron hacer mejor.