Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia que condena al Sergas a pagarle a nuestra clienta 70.000 euros por los daños derivados de una anestesia epidural
Los juicios de mala praxis médica al final se resumen en una confrontación entre dos tesis sobre como se pudo producir un daño no previsto de antemano.
La Administración sanitaria excusa su responsabilidad aludiendo a la falibilidad de la ciencia médica utilizando en su defensa informes de sus jefes de servicio e inspectores médicos.
Las aseguradoras invierten ingentes recursos económicos en colaboración con gabinetes periciales promovidos por la sanidad privada para defender con supuestos expertos esos informes.
El paciente afectado tiene que enfrentarse a esos dos gigantes utilizando como únicas armas el sentido común, la más elemental lógica jurídica y peritos independientes.
Fue el caso de nuestra clienta que durante su primer parto fue sometida a una anestesia epidural de cuya realización nada quedó escrito en la historia clínica, salvo las horas de inicio y finalización.
La debilidad posterior en sus piernas y la incontinencia vesical, de la que tras mucho tiempo de tratamiento se consiguió recuperar parcialmente, fue el efecto desproporcionado de esa anestesia.
Frente a las inverosímiles excusas del jefe de servicio de anestesia (una pena que salvo honrosas excepciones no quieran reconocer errores) y la prueba pericial de la aseguradora (basada en negar lo evidente), el Tribunal tiene por acreditado que:
1-. El curso de los acontecimientos permite acreditar lógicamente la relación causal entre la anestesia y el daño.
2-.La falta de documentación de la forma de realización de la técnica no puede perjudicar al paciente sino a quien la hizo.
3-.Lo ocurrido no puede ampararse en un documento de consentimiento informado, o en la falta del mismo.
El tribunal manda indemnizar el daño en 70.000 euros.
Fueron cinco años de batalla administrativa y judicial. Mereció la pena, pero a uno le queda ese regusto amargo de que podía haberse evitado si el Sergas fuera más autocrítico con determinados errores. Quizás así evitaríamos que se volvieran a producir.