Es sólo una página del calendario pero aunque sea simbólico ojalá ese gesto de pasarla con otro número nos de la confianza para recuperar lo que perdimos en un año del que hacemos balance..
Ha sido un año triste. Ver enfermar a tanta gente, alguna cercana, a tantas amigos sólo por el móvil, a tantos vecinos y conocidos con la cara medio tapada, es difícil de sobrellevar.
Contenerte para no besar a tu madre o abrazar a tu padre, o simplemente no poder saludar a la gente con un apretón de manos o una palmada en el hombro, es duro.
Ver tantos negocios cerrados, algunos para siempre, las cifras del paro o las colas ante los comedores sociales, duele en el alma.
Comprobar como la sociedad aplaude a sus sanitarios por el esfuerzo sobrehumano, mientras el sistema sanitario hace aguas por sus carencias endémicas, es una sensación agridulce.
Pero asistir, como observador privilegiado a la peor gestión posible de la peor crisis sanitaria del mundo occidental, me causa una profunda decepción.
Escribí sobe ello durante aquellas semanas primaverales de reclusión domiciliaria. Fue la íntima constatación de un cúmulo de despropósitos, maquillados por la propaganda política.
Como experto en Derecho de la Salud me produjo desazón ver cómo el caos se produjo por una falsa sensación de seguridad y una clamorosa ausencia de precaución.
Pero aun así hemos seguido trabajando, con más ahínco todavía porque los problemas, sobre todo los que afectan a la salud de la gente, se han multiplicado.
A pesar de que la justicia paró casi tres meses, hemos redoblado los esfuerzos que se han visto recompensados con sentencias muy favorables, algunas pioneras.
Conseguir que el Tribunal Supremo nos dé la razón dos veces en un año, o que el Tribunal Superior de Justicia anule dos disposiciones generales, son grandes logros.
Ser reconocido una año más como uno de los mejores especialistas españoles en Derecho de Salud, o figurar en un ranking de los 100 mejores abogados de España, emociona.
Tener en tus manos un nuevo libro, prologado además por un referente personal y profesional, es una sensación de orgullo y satisfacción enorme.
Pero sentir el cariño de tus clientes y la confianza infinita que en ti depositan es la mayor coraza anímica para afrontar los retos del futuro.
2021 será el año en que la pandemia todavía continuó, pero también, gracias a las vacunas, el año en que la pandemia se venció, estoy convencido de esa victoria.
Será también un año muy duro, de reconstrucción social con una recesión económica que habrá que sortear con mayor esfuerzo e imaginación.
Pero como dice la canción “Adiós tristeza” de Los Secretos “bailará la vida por tus venas,
y la tormenta se disipará”.
Que así sea para todos en 2021.
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