Sentencia que condena al Sergas y a su centro concertado a indemnizar con 250.000 euros a una joven a la que tardaron 4 meses en diagnosticar una trombosis.
La historia de nuestra clienta demuestra que a veces, también en medicina, los arboles no nos dejan ver el bosque, o lo que es lo mismo, los médicos ven el síntoma pero no la enfermedad que se esconde detrás del síntoma.
Y eso es reprochable jurídicamente no cuando se equivocan, porque la medicina infalible no existe, sino cuando persisten en el error sin contemplar otras opciones terapéuticas, agravando la lesión y las posibilidades de curación.
Durante cuadro meses nuestra cliente acudió 5 veces al traumatólogo de un centro concertado por una ulcera en el pie y dolor en la pantorrilla. El médico se empecinó en tratar la úlcera, sin hacer una valoración vascular, pues una trombosis a veces se manifiesta con una úlcera.
Luego nuestra clienta se fue de vacaciones y al centro de salud acudió en tres semanas en cuatro ocasiones por dolor y claudicación a la marcha, y aunque cada vez estaba peor no la remitieron a un hospital limitándose a darle antiinflamatorios.
Cuando volvió de vacaciones y regresó al traumatólogo ya vio que aquello no era una simple ulcera complicada sino el síntoma de una lesión interna mucho mayor, teniendo que ser operada de urgencia en dos ocasiones, quedando con graves secuelas.
Ha sido un proceso largo, teniendo que probar frente a las resistencias del Sergas, un hospital privado y sus aseguradoras que no tenían razón, que la mala suerte de nuestra clienta no fue sólo tener una enfermedad grave sino toparse con unos médicos que no supieron verla.