Sentencia que condena a un hospital privado de León por el error de diagnostico en una rotura del tendón del bíceps, condenando también por daños morales al no poder superar el paciente las pruebas físicas de una oposición.
Nuestro cliente entrenaba en el gimnasio preparando una oposición para bombero, cuando sufrió un fuerte dolor en ambos brazos.
Acudió al servicio de urgencia del hospital de su seguro de salud donde le diagnosticaron una rotura de fibras. No conforme, porque el dolor no cedía, fue a la consulta del traumatólogo del mismo hospital al cabo de dos días.
El traumatólogo, sin hacerle una exploración básica reglada, confirmó la rotura de fibras y le recetó un complemento vitamínico.
Al cabo de 10 días como el dolor no cedía acudió a otro médico que sí hizo esa básica exploración diagnosticó una rotura bilateral del tendón del bíceps, que confirmó tras ordenar las pruebas de imagen oportunas.
Pero ya era demasiado tarde para intervenir porque el tendón estaba muy retraído, con lo cual nuestro cliente se quedó con una deformidad en ambos brazos (el síndrome de Popeye) y una perdida de fuerza.
Lo más llamativo de la sentencia es que estima nuestra pretensión de que además de por las secuelas sea indemnizado por los daños morales derivados de la pérdida de oportunidad de superar unas pruebas físicas de la oposición que estaba preparando.