Reflexiones en torno a la fracasada huelga del atención primaria (si por fracaso entendemos las críticas al comité de huelga).
Cuando un colectivo de profesionales de la sanidad pública decide mayoritariamente convocar una huelga es porque el nivel de hartazgo es considerable, reticentes como son a adoptar ese tipo de medida, conscientes de los trastornos que causan a sus pacientes porque tienen la sensación de que al final estos son los inocentes rehenes de un conflicto que otros provocan.
Cuando afrontan un huelga saben que están en medio de una Administración que los exprime para cumplir con esa máxima de "hacer más con menos", y de unos colectivos que pugnan entre ellos por liderar el protagonismo de la representación profesional a través de órganos dispares: colegios, sindicatos y sociedades científicas.
Cuando han planteado sus quejas pretenden inocentemente una enmienda a la totalidad del sistema sanitario, en este caso de un modelo de atención primaria caduco, con más de 25 años desde su implantación, que ha quedado desvirtuado por las reformas silentes de una Administración que ha virado la asistencia sanitaria hacia una "hospitalocracia".
Cuando hartos y cansados han dicho basta y han escrito en un papel sus reivindicaciones han cometido dos errores: el primero no ser capaces de concretarlas en pequeñas propuestas que pueden suponer grandes cambios: por ejemplo, eliminar las intersustituciones o la limitación del número de consultas.
El segundo error ha sido confiar la negociación a terceros y no ser capaces de ser ellos mismos sus propios interlocutores ante la Administración, olvidando la figura del asesor del comité de huelga, es decir, de un profesional versado en este tipo de conflictos que pueda asesorarles sobre las implicaciones de sus decisiones y acuerdos.
Cuando un huelga en el sector público fracasa es porque el objetivo principal, que es llegar a acuerdos concretos publicados luego en el Diario Oficial, queda diluido en promesas y compromisos etéreos. Y eso es lo que pasado. Pueden matar al mensajero, pero lo más importante es que aprendan de los errores para no volver a cometerlos.
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