El gesto de la dimisión colectiva de los jefes de servicio de atención primaria dignifica la profesión.
Algo se mueve entre la clase médica cuando los jefes de servicio, generalmente fieles a quienes los han nombrado, deciden presentar su dimisión por dignidad, para no ser cómplices de las deficiencias de un sistema que hace aguas, aunque algunos (políticos y directivos), como la orquesta del Titanic sigan con la música a su aire, mientras el barco se hunde.
Una viñeta hoy en LA VOZ DE GALICIA ilustraba perfectamente lo que está pasando. Se ve a una azorado Feijoo que lanza unas tijeras -la de los recortes- que como un bumerán se vuelve contra él. Quien siembra vientos recoge tempestades, quien deteriora de forma silente la sanidad recoge el fruto de sus políticas por parte de sus testigos de puertas adentro.
No piensen ustedes que se trata de una cuestión ideológica, porque las políticas de desmantelamiento del estado de bienestar no entienden de partidos, por lo menos de los que gobiernan. La presión de un sector privado -mayoritariamente en manos de fondos de inversión- ávido por captar la huida de los pacientes de la sanidad pública, de aquellos que puede pagarse un seguro, es demasiado fuerte.
Por eso me congratula ver que haya quienes, como el niño del cuento del traje del emperador, digan sin rubor que tenemos una sanidad pública desnuda o echa harapos. Que nos cuenten las carencias del sistema, nos hablen de la infradotada atención primaria, de la sobreexplotación de los recursos, del abuso de la intersustitución entre médicos o de la contratación precaria.
Es muy fácil decir, como escucho estos días en boca de dirigentes y gestores, que "el problema es que no hay médicos"; no, ese no es el problema, sino que el SERGAS, primera empresa en recursos humanos de Galicia no quiere fijar por escrito con cuántas plazas cuenta un servicio hospitalario o un PAC. Por eso contrata a golpe de nombramientos eventuales, de esos contratos mes a mes.
¿Pero cómo no va a haber médicos si se le ofrecen contratos precarios? Y ofrecen esos contratos porque el Sergas es la única administración que carece de una relación de puestos de trabajo, de una plantilla orgánica, porque no le interesa establecer por escrito las necesidades de recursos humanos en ese documento que es instrumento básico de ordenación de personal.
Si los sindicatos, los colegios profesionales, los médicos en general, pero también los enfermeros, los auxiliares, los celadores, quieren no sólo protestar sino reivindicar una mejora sustancial, deben dirigir sus reivindicaciones a que el SERGAS apruebe una relación de puestos de trabajo. El día que lo consigan, y en su manos esta a través de una gran huelga, algo empezará a cambiar en esa inercia a la deriva de nuestra sanidad pública.
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