Emocionante encuentro en Sevilla con ocasión de la entrega de los 51 certificados de talidomídicos.
Los abogados en ocasiones tenemos que mirarle a los ojos al dolor y nunca nos acostumbramos, por lo menos yo, a ser inmunes a la desgracia ajena. Sucede, sin embargo, que para la mejor defensa de los intereses de un perjudicado, por la pérdida de su salud o la de un ser querido, tenemos que mantener cierta distancia anímica. Nos da una mejor perspectiva para encontrar la solución atinada, desde la fría, aunque necesaria, objetividad.
Eso no quita para que en ocasiones uno se libere de esa coroza anímica y se emocione sin contención posible. Tal sentimiento me embargó durante la entrega el lunes día 7 de noviembre de los certificados de talidómicos (personas con anomalías connatales causadas por la Talidomida) en el Palacio de Congresos de Sevilla. En una loable iniciativa de la Junta de Andalucía de reconocimiento a 51 andaluces afectados por esa droga.
Para mi fue un honor participar en ese acto, dar mi aportación desde el mundo del Derecho a la solución para la reparación de tanto dolor, y recibir una de esa rosas, que simbolizan, en palabras del delegado de AVITE en Andalucía, el dolor transformado en amor. Para mí también representan la dignidad aun en la fragilidad de su discapacidad, pero con la fortaleza que les da la razón en su lucha por el reconocimiento a ellos mismos y a sus madres.
Ojalá algún día les llegue la reparación de tanto daño causado por quienes todavía se refugian en una interpretación de la Ley para el abyecto fin de no indemnizarles. Como les decía en ese acto, citando la palabras del abogado Frank Galvin en la película “Veredicto Final”: “Los débiles, los débiles necesitan que luchen por ellos. Para eso están los Tribunales … para darles la oportunidad de obtener justicia ¿Y la van a conseguir? Quizás”.
Tu dirección de correo no será almacenada ni publicada.
No hay comentarios.