Dicen que puede acceder, incluso ahora a través del teléfono móvil, pero sólo permiten ver la punta del iceberg.
Existe la historia clínica electrónica (HCE) que supone que toda la información que recoge la asistencia sanitaria prestada a un paciente en cualquier hospital público está en soporte digital, es decir, que a golpe de click se accede a cualquier documento de los muchos que integran nuestra historia clínica (HC).
Cualquier profesional sanitario, particularmente los médicos, aun cuando no estén implicados en nuestro proceso asistencial puede acceder a nuestra historia clínica. Ellos sí, pero nosotros mismos no, extraña paradoja pues la Ley de Autonomía del Paciente da derecho al paciente a acceder a toda su historia clínica.
Bien es cierto que existe un reserva de datos íntimos facilitados por terceros, así como las anotaciones subjetivas del médicos, pero deberían habilitarse espacios reservados en la historia clínica, precisamente para garantizar una mayor protección de esos datos, aspecto que ya sugerí a en un artículo mío hace 15 años (“A vueltas con la HC” en Diario Médico).
Ahora que existe el DNI electrónico, la firma digital, la Administración electrónica (véase lo dispuesto en la nueva Ley de Procedimiento Administrativo, que entra en vigor el próximo 2 de octubre), llama la atención que al paciente sólo se le permita acceder a los informes médicos y a las pruebas clínicas.
Así viene pasando de siempre cuando se acude por una copia de la historia clínica al servicio de atención al paciente (uno pide su HC y le dan sólo eso), y sino hagan la prueba, y cuando reclamen el resto de documentación verán con sonrojo como algún funcionario le soltará con indiferencia que el resto lo tiene que pedir a través del juzgado.
Pues en la misma tesitura se mueve ese proyecto llamado pomposamente “e-saude” (algo así como la salud electrónica, lo que suena a chiste) que implanta el Sergas y que permite ver al paciente por internet, incluso a través de su móvil, sólo los informes médicos y los de pruebas clínicas (el chiste sería que a alguno se han fundido los plomos con tan limitada idea).
¿Y por qué no se puede acceder al resto de la documentación? ¿Por qué no se puede ver las hojas de curso clínico (es decir, lo que el médico anota cada vez que me ve), o las hojas de cuidados de enfermería (lo que anotan las enfermeras), o los protocolos quirúrgicos (la descripción de lo ocurrido durante las cirugías)?
Pero en esa interacción entre médico y paciente que se quiere hacer virtual llama más la atención que toda la información previa al acto médico, como son los documentos de consentimiento informado, y la información terapéutica, aquella que se acompaña a cada acto médico nuevo, no se permita acceder al paciente a la misma.
Respondiendo a la pregunta de inicio ocurre que no existe interés en que el paciente este informado completamente, pues eso supone empoderar al paciente (la información es poder), colocarle al mismo nivel de información que el profesional sanitario, y ya se sabe que un paciente (o cualquier ciudadano) con poder es un paciente incómodo.
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