Interesantes reflexiones con las que me quedo tras acudir al encuentro del Instituto Auriensis de Bioética
En la Facultad de Derecho de la Universidad de Vigo, en el campus de Ourense, te tenido la ocasión de abordar el tema de la confidencialidad y el secreto médico, que bien debiera llamarse secreto sanitario, pues obliga a todos los profesionales del ámbito de la sanidad.
Bien sabido es que la historia clínica es un compendio de los peores momentos de nuestra vida, aquellos en los que la enfermedad nos aqueja, y tenemos que desnudar nuestro cuerpo, y en ocasiones también nuestra alma, a médicos y enfermeros.
Contamos nuestra vida y de paso nos someten a múltiples pruebas que evidencian lo que nos pasa, la enfermedad que nos aqueja y e incluso el motivo de contraerla, al punto de vernos en la obligación de dar cuenta también de nuestros hábitos y costumbres.
Toda esa información se vuelca en una historia clínica informatizada, de modo que cualquier profesional sanitario, a través de una tarjeta personal, puede acceder a la misma y enterarse de todo eso que nos define como paciente y, en cierto modo, como persona.
La confidencialidad es garantía de que nadie va contar lo que nos pasa a terceras personas que no estén relacionadas con nuestro proceso curativo. Y el deber de secreto obliga al profesional a guardar cautela so pena de graves sanciones.
Sin embargo, determinados estudios revelan que sin divulgar esa información existen muchos profesionales que, a pesar de no atendernos, entran en la historia clínica por curiosidad, movidos por el deseo, no necesariamente malintencionado, de saber que nos pasa.
Pocos saben que eso es un delito, tipificado en el artículo 197.2 del Código Penal y sancionado con penas de prisión e inhabilitación profesional, de modo que quien entra intencionadamente en la historia clínica sin estar implicado en el proceso asistencial puede terminar entre rejas.
Ya hay sentencias, incluso recientes del Tribunal Supremo, que revelan hasta qué extremo nuestra legislación protege la privacidad de los datos personales más sensibles. La historia clínica es una especie de caja de Pandora. Conviene no abrirla por curiosidad.
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