Para otoño, según la Consellería de Sanidade, los pacientes tendremos un nuevo servicio que, como en esos programas radiofónicos que resuelven telefónicamente las dudas de salud de los oyentes, nos permitirá hablar con unos teleoperadores para saber actuar ante situaciones cotidianas como una picadura de abeja o un dolor de muelas.
Para otoño, según la Consellería de Sanidade, los pacientes tendremos un nuevo servicio que, como en esos programas radiofónicos que resuelven telefónicamente las dudas de salud de los oyentes, nos permitirá hablar con unos teleoperadores para saber actuar ante situaciones cotidianas como una picadura de abeja o un dolor de muelas. Con ello se pretende descongestionar las atiborradas salas de espera de los centros de salud y agilizar la asistencia sanitaria. Parece ser que esa central será atendida por médicos y enfermeros que ateniéndose a nuestras explicaciones podrán realizar una primera valoración clínica, suficiente incluso para darnos la pauta que facilite una curación sencilla aprovechando el botiquín casero. Y de paso nos disuaden de molestar a nuestro médico de atención primaria por patologías banales. Es una versión moderna de los remedios de la abuela. Cuesta pensar que alguien confíe su salud a una persona que no puede verlo. Pero según fuentes de la propia consellería, la experiencia de esos mismos canales de información utilizados para la gripe A ha animado a extender el sistema a todo tipo de patologías. Se compara así una pandemia que no lo fue tal, pero que obligó a tomar medidas excepcionales aun a riesgo de cierta alarma social, con las enfermedades comunes y no urgentes.
Evidentemente, no es lo mismo ofrecer una información preventiva en materia de salud pública, que pretender la asistencia a distancia de cualquier demanda de salud con su variopinta casuística clínica. La idea del doctor telefónico recuerda a aquel show del añorado Gila llamando por teléfono desde las trincheras. Pero no tienen la misma gracia aquellos gags que la ocurrencia de los gestores sanitarios para reducir las listas de espera a golpe de teléfono. A nadie escapa que la palabra del doctor de turno tiene algo de efecto placebo. Por eso la consulta médica actúa como una especie de lenitivo psicológico que permite al paciente desahogarse y obtener a cambio las tranquilizadoras palabras de quien sabe qué nos aqueja. Así, la presencia del médico insufla el ánimo de espíritu para afrontar el trance de la enfermedad. Pretender sustituirlo por un consultorio telefónico casi pertenece al teatro de lo absurdo. Lo aprovechable de la idea sería que las personas con movilidad reducida pudieran consultar a su médico de atención primaria por teléfono o Internet. O quien los atendiese tuviese por lo menos acceso a su historia clínica. Lo otro es un dispendio que tiene más de telemárketing que de telemedicina.
Tu dirección de correo no será almacenada ni publicada.
No hay comentarios.