El posible cambio del régimen estatutario del médico al laboral es parte de las reformas que está emprendiendo el gobierno, utilizando como gancho la gestión clínica.
Diario Médico.
Surgen en estos tiempos de copagos y recortes como su expresión más actual las funciones de gestión clínica, concepto ya atisbado, siquiera de soslayo, en la Ley de Ordenación de la Profesiones Sanitarias, y que este verano se ha reactivado normativamente con una modificación -por la puerta de atrás- del Estatuto Marco, utilizando para ello una disposición final de otra ley, y que puede terminar obligando al personal sanitario a cambiar su relación estatutaria por una laboral para realizar esas funciones en instituciones ad hoc. De forma simultánea empiezan a desarrollarse reglamentariamente, surgiendo borradores que como globos sonda circulan por Galicia y Castilla yLeón, por poner dos ejemplos. Esto me recuerda a aquel intento, afortunadamente frustrado por la decidida oposición de los colegios profesionales, que en el año 2000 y con otro gobiernon conservador, pretendía transformar los 82 hospitales públicos del antiguo Insalud en fundaciones públicas sanitarias. O, su antecedente, a modo prueba piloto pero con los mismos actores políticos, de la fundación hospital de Verín, que al cabo de unos años tuvo que reconvertirse en hospital de gestión pública directa, crónica de un fracaso ya entonces anunciado por algunos, entre ellos quien suscribe. Igual que antaño, mudar el régimen estatutario por el laboral -en plena liberalización del mercado de trabajo-, sigue siendo el objetivo prioritario. Como hacerlo chocaría de frente con la abierta oposición de los afectados, se ha empaquetado ese regalo envenado con el atractivo celofán de la gestión clínica al prometer bajo ese vacuo concepto mejoras retributivas que los equiparen a sus colegas europeos, porque los profesionales podrán autogestionarse, que es tanto como decir que serán los gestores del presupuesto asignado a su unidad, vinculando una parte variable del salario a la reducción conseguida de determinadas partidas, de modo que con mayor ahorro mayor retribución, y viceversa. Se trata de conseguir que quienes con sus decisiones sanitarias provocan el gasto sanitario se vean compelidos a utilizar como criterio clínico esa otra variable. Esto ya fue criticado por el renombrado bioeticista -fallecido este año- Edmun Pellegrino al decir que los médicos no deben ser "los guardianes del presupuesto", a fin de evitar un conflicto de intereses o dualidad esquizofrénica en la toma de decisiones. Estoy convencido de que en una unidad de gestión clínica sería muy difícil que se diese la reciente sentencia del TSJ de Galicia avalando la decisión médica de prescribir un medicamento muy caro en contra del criterio de la Administración. Ni tampoco esa historia entre un médico y su paciente, que relata el escritor húngaro Sandor Marai en su novela La hermana, donde el segundo se refería así del primero: "Me estaba dando aquella solidaridad franca".
Tu dirección de correo no será almacenada ni publicada.
No hay comentarios.